José Emilio Pacheco Berny nació el 30 de junio de 1939 y murió el 26 de enero de 2014. Como escritor cultivó distintos géneros literarios, entre ellos la poesía, narrativa, ensayo, crónica periodística, etc. Es importante mencionar sus Aproximaciones, es decir, traducciones literarias de otros poetas. En su literatura se encuentran temas recurrentes como: muerte, vida, amor, tiempo y poesía vistos con gran lucidez y pesimismo. Formó parte de la generación de medio siglo.
El acercamiento de Pacheco a la literatura se dio en casa cuando visitaban a su padre figuras como Julio Torri, Martín Luis Guzmán y Alfonso Reyes. Tal ambiente intelectual le permitió centrar su interés en la escritura. Sus primeras lecturas influirán en su literatura posterior, autores como Jorge Luis Borges, Óscar Wilde y Amado Nervo formaron parte de ese primer contacto con las letras.
Los títulos de sus poemarios son: Los elementos de la noche (1963), El reposo del fuego (1966), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Irás y no volverás (1973), Islas a la deriva (1976), Desde entonces (1979), Los trabajos del mar (1983), Miro la tierra (1987), Ciudad de la memoria (1990), El silencio de la luna (1996), La arena errante (1999), Siglo pasado (2000), Como la lluvia (2009), La edad de las tinieblas (2009).
Su obra narrativa comprende los títulos: La sangre de Medusa (1958), El viento distante y otros relatos (1963), Morirás lejos (1967), El principio del placer (1971), y la afamada novela Las batallas en el desierto de 1981. Con toda su trayectoria literaria se hizo acreedor de distintos galardones, entre ellos: Premios Xavier Villaurrutia (1973), Premio Mazatlán de Literatura (1999), Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana (2009) y el Premio Cervantes (2009).
José Emilio Pacheco en la generación del medio siglo
La revista como medio de escritura y difusión fue fundamental para la obra de los escritores del medio siglo. Según Leonardo Martínez Carrizales en su artículo “La Generación de Medio Siglo. Una tesis historiográfica sobre una categoría del discurso” (2008), hay un horizonte de enunciación bien definido por parte de estos escritores: todos nacieron entre 1920 y 1935, son estudiantes universitarios, dominan el panorama cultural de los cincuenta a los setenta y favorecen la modernidad y el cosmopolitismo a la vez que lo critican. La democratización universitaria unida con la actitud joven de los escritores permite nuevos alcances para las publicaciones germinadas en la universidad.
Pacheco ingresó a la carrera de Derecho, pero la abandonó para escribir de lleno. Colaboró en suplementos y revistas estudiantiles como: Ramas Nuevas y Estaciones. Durante estos primeros años trabajó con otras figuras importantes como Carlos Monsiváis y Fernando Benítez.
Pesimismo por la nación
Pacheco como figura pública se muestra alegre y atento, su poesía representa lo contrario. Con un lenguaje limpio de expresiones ornamentales, su poesía muestra la desilusión por el mundo circundante. Un claro ejemplo de estas concepciones encontradas es el poema “Alta traición” de 1969 incluido en el poemario No me preguntes cómo pasa el tiempo.
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
ciertas gentes,
puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia
montañas
(y tres o cuatro ríos)
La innovación poética encontrada en “Alta traición” es la contraposición al patriotismo de épocas anteriores. Desde el título se vislumbra una confesión desagradable dirigida a un grupo específico —la nación, en este caso —. El concepto “patria” se describe “inasible” en los dos primeros versos del poema, pues para su tiempo es difusa una idea de nación. Este poema revela una característica importante de la generación de medio siglo: el cuestionamiento de modelos imperantes —el nacionalismo forma parte de la narrativa priista—.
Se sustituye el sentimiento nacionalista por un sentido de pertenencia al espacio propio incluyendo a las personas. Un tema constante en la poesía de Pacheco es la ciudad —sugerentemente la capital mexicana—, la visión suele ser gris, se destaca la contaminación y transformación de ésta. El espacio urbano convive el entorno natural en “Alta traición” configurando su propia idea de nación con una selección de “varias figuras de su historia”.
Reflexiones sobre la poesía en la obra de J.E.P:
Era sabido que Pacheco solía firmar su poesía con sus iniciales: J.E.P., esto se atribuye a la intención del autor por eliminar la figura del escritor. Como asevera Carrillo Juárez: “[Pacheco] subraya la idea de la poesía como espacio de comunicación y silencio […] el encuentro es personal: uno habla al otro, éste lo busca y lo interpreta” (2017). Las reflexiones metapoéticas son comunes en su obra, el poema “Conversación romana” versa sobre la escritura poética y otra preocupación suya: el tiempo.
A través del tópico ubi sunt?, Pacheco sitúa al yo lírico en Roma que cuestiona sobre la pervivencia de las palabras de un poeta a través de los siglos. El interlocutor se compadece de su “prosa efímera en periódicos”, la publicación inmediata de la revista no asegura lectores. Con “matorrales en el Foro” el poeta romano tampoco se encuentra seguro, pues el lugar destinado para el discurso ha sido olvidado. Existe en el poema una sensación de desolación entre ambas partes.
Hay hierbas, adventicias semillas en el mármol. Y basura en las calles sin memoria: cartulinas, papeles, hojalata. Círculo del consumo: la afluencia se mide en la basura. Hace calor. Seguimos caminando. No quiero responder ni preguntarme si algo escrito hoy dejará huellas más profundas que el polen en las ruinas. Acaso nuestros versos duren tanto como el modelo Ford 69 (y muchísimo menos que el Volkswagen).
En “Conversación romana” dialogan no solo dos poetas, también dialogan los problemas urbanos, específicamente: los carros. La imagen de los carros sirve para explicar el bullicio, en Roma “no se puede caminar”, pues la máquina aplastante atenta contra el hombre. En la ciudad moderna la poesía dura menos que “el modelo Ford 69/ (y muchísimo menos que el Volkswagen)”, el consumismo actual genera la misma sensación aplastante que en la antigüedad.
El abandono que sufre el espacio se muestra con dos rasgos contrastantes: la hierba crecida y la basura. Los matorrales, hierbas adventicias y el cambio de colores en el mármol romano son síntoma de pérdida de sentido al espacio público, es decir, ya los ciudadanos no se interesan por su ciudad. La “abundancia se mide en basura” manifiesta unas huellas desagradables de la sociedad moderna. Para Pacheco, el tiempo es un círculo continuo de acontecimientos que pueden repetirse de diversos modos, —idea ya trabajada en otros autores como Jorge Luis Borges —.
A modo de conclusión
La poesía de José Emilio Pacheco se inserta en la generación de medio siglo, pues su particular pesimismo cuestiona el modelo autoritario establecido proponiendo nuevas visiones de temas comunes. Pacheco se cuestiona sobre la poesía, el tiempo, el amor, el abandono y la ciudad desde una poesía aparentemente simple en su forma pero compleja al insertarla en un contexto cultural complejo como el México de los setentas.
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