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  • Ali Escamilla

Carta para Alejandra

Alejandra:


Te escribo para escribirme a mí.


Cada que te leo pienso que, si muero en este mundo, ¿alguien sabrá algo de mí? Me encuentro perdida y nadie lo sabe, no hay rastro de mis anhelos.


Solo tengo 22 años, y no sé nada. Quiero estudiar. Quiero escribir. Quiero aprender. Quiero vivir; pero no sé nada, nada fundamental.


Pero sé lo que es vivir en un mundo que te rodea de expectativas, de altares sobre lo que deberías ser, de ser hija, de ser madre, de ser compañera, de ser “mujer”. De ser linda, amable, maternal, comprensiva, dulce, de mirar antes de hablar, antes que hablar.


Tú me entiendes, ¿verdad, Alejandra? Tú entiendes lo que no es saber nada, que nunca nadie te haya enseñado nada. En cambio, sé lo que nunca debí saber. Sé lo que es el miedo de caminar sola por la noche, de subirme al taxi para ir por el café, sé del asco de las palabras, palabras estúpidas, que me acribillan por la calle, sé del dolor de la desaparición de mis hermanas y de las que no, sé de la incertidumbre de si mi próximo amor también será mi verdugo. Me quiero sacar los ojos con una cuchara y comérmelos, para ya no ver, para ya no leer la muerte.


Pero aun así yo sé y tú sabes que soy mujer. Y un entrañable calor me abriga cuando el mundo me golpea. Es el calor de las otras mujeres, de aquellas que hicieron de la vida este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero.


Yo, no sé nada indispensable, no sé lo que debería y sé lo que no quiero saber.


Tú, sabes, dices, afirmas que la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos. Por eso me rebelo, ante la costumbre que es excesiva. Me rebelo contra la quietud que nos paraliza. Me rebelo ante la negligencia, la ceguera y el silencio. Me revelo ante la violencia, la masacre, el feminicidio.


Por eso conservo mis ojos, para ver, para leer, para leerte y encontrar en ti una amiga que me consuela, me abriga y me levanta cuando este mundo me golpea.


Por eso no detengo mis manos, para escribir mi voz, nuestra voz.


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