Con respecto a las creencias y remedios medicinales tradicionales de las comunidades mayas, hay una que no ha sido abordada e investigada lo suficiente y merece más reconocimiento, incluso yo la recibí en mi infancia y tal ritual es parte de nuestras raíces como mayas yucatecos. La mayoría de los yucatecos conoce lo que es el hetzmek, el cual es: “Una ceremonia doméstica que, según manifiestan los padres, debe realizarse cuando las niñas cumplen tres meses de edad y los niños, cuatro. Esta ceremonia recibe su nombre de la forma en que se abraza a la criatura por primera vez” (Prieto y Villanueva, 2009: 77).
Esta ceremonia para los bebés ha estado en el foco de atención en los diversos estudios sobre la cultura maya, siendo la única reconocida; sin embargo, voy a hablar sobre un remedio poco conocido, un ritual-ceremonia que cura el pujido de los bebés, el cual es producido, según ciertas creencias, por el mal de ojo. Según Mosquera (2003), mediante diversas entrevistas realizadas a comadronas de la comunidad maya del municipio de Rabinal, Guatemala, define tal padecimiento como: “El pujido es que no se duerme, llora mucho, ya no mama y ya no se duerme y se despierta mucho y se estira mucho” (271). Este “pujo” son diversas contracciones del bebé que son causadas por la adaptación de su sistema intestinal en las primeras semanas de vida. Pero según el mismo estudio de Mosquera (2003), se recopiló, mediante las entrevistas, que el “pujido” es causado porque el bebé respiró humo de cigarro, mayormente porque el padre o la madre fumó cerca del bebé; que respiró el humo causado por los automóviles o que fue por el mal de ojo de alguien envidioso (270). Por último, el remedio que usan las comadronas para tales bebés es la técnica llamada “desahumerio”, como lo nombran ellas, o sahumerio, que la Real Academia Española lo define como “Humo que produce una materia aromática que se echa en el fuego para sahumar”. El mismo estudio, en una de sus entrevistas, menciona cómo se realiza y qué conlleva realizar tal remedio:
El tratamiento para curar el pujido, como se ha apuntado anteriormente, responde más a parámetros de tipo ritual o ceremonial, en donde el humo de ciertos elementos animales (como las espinas de tacuacín) y plantas medicinales son quemadas, finalmente es el calor y el humo quienes hacen la función curativa. (Mosquera, 2002: 273)
Ya establecido lo anterior, toca conversar acerca de la experiencia personal en la que se me aplicó tal ritual maya para los pujidos. Todo lo que voy a relatar a continuación me lo contó mi propia madre, partícipe para la obtención de los ingredientes para la ceremonia y fue observadora cuando se realizó en casa de mi abuela materna. Cabe resaltar que este remedio familiar que relataré tiene muchas diferencias con respecto al remedio investigado anteriormente; se trata de una misma cultura ubicada en espacios y territorios muy alejados, pero coinciden en muchos aspectos, demostrando que ambos son parte de un todo, de la cultura maya.
Todo inicia cuando un “yo” de dos semanas de vida comenzó a tener cólicos constantes y evacuaba excremento al tenerlos. Eran tan intensos que no lo dejaban dormir y causaban que no tuviera apetito. La señora Gladys Cámara estaba muy preocupada por su criatura, por lo que recurrió a su suegra, la señora Placida Dzib, originaria del pueblo de Xcopteil, Valladolid, que tenía muchos conocimientos de comadrona, aunque nunca los ejerció. La señora Placida le contó a Gladys que el mal que sufría su bebé era causado porque él fue visitado por una mujer que tenía su menstruación o por una persona casada que acababa de tener relaciones sexuales con su pareja marital. De esto, indicó que era necesario realizarle un ritual-remedio tradicional que quitaba los pujidos a los infantes. Éste consistía en que se debía conseguir plumas de zopilote, barba de chivo, excremento de paloma, romero y carbón; luego todos esos elementos debían ser mezclados y triturados en un censario. Después, debían poner al bebé dormido en una hamaca, se encendería el censario y se pondría debajo del bebé; de esta manera, el humo que causaría esa mezcla tendría propiedades curativas, el cual sería aspirado por el infante, remediando el pujido. Este proceso se debe repetir tres veces, en tres días.
La señora Gladys comenzó a hacer los preparativos y solicitar a sus familiares y conocidos conseguir tales ingredientes o preguntar si los tenían. Inició pidiendo a su esposo, el señor José Noh, y a su hermano, Ismael Cámara, que fueran al monte a cazar un zopilote, por lo que ellos dos, con un rifle de balines, fueron al monte cercano y cazaron a un grandísimo zopilote que daría más que suficiente para los tres días de ritual. El excremento de paloma lo consiguió gracias a que una de sus vecinas tenía unas palomas enjauladas y, al igual que su esposo, consiguió la barba de chivo gracias a que uno de sus amigos criaba chivos. Y, por último, el romero y el carbón lo consiguió la mamá de Gladys, la señora Lourdes Segovia, en el mercado de San Roque, en la colonia de San José Tecoh, Mérida. Finalmente, la señora Lourdes comenzó a realizar en el censario la mezcla y trituración de todos los ingredientes conseguidos y, una vez listo, pusieron al bebé dormido en una hamaca, colocaron el censario debajo de él y lo encendieron, dejando que el humo curativo lo cubriera por completo. Esto lo repitieron durante tres días y, casi de inmediato, el bebé dejó de tener cólicos, comenzó a tomar leche de manera normal y ya dormía tranquilamente.
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