Margarita Chillón Michelena, fue poeta, crítica y periodista. Nació el 21 de julio de 1917 en el estado de Hidalgo y falleció el 27 de marzo de 1998 en la ciudad de México. Estudió Lengua y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y desde muy joven incursionó dentro del periodismo. En 1980 fundó el diario El Cotidiano, además de colaborar en diversos periódicos y publicaciones nacionales y extranjeras. La importancia de El cotidiano radica en que fue el primer diario a nivel mundial elaborado exclusivamente por y para mujeres. Gracias a lo anterior, Michelena es reconocida por su interés en los temas sociopolíticos y por su carrera periodística, además fue una gran poeta. En palabras de Octavio Paz: “Sus poemas son cristalizaciones transparentes. Desde su primer libro me impresionaron, por igual, la maestría de la hechura, la profundidad del concepto y la autenticidad de la emoción” (1996, p. 55).
La obra de Margarita Michelena es relativamente breve, publicó cinco libros de poesía: Paraíso y nostalgia (1945), Laurel del ángel (1948), La tristeza terrestre (1954), y El país más allá de la niebla (1969). Los poemarios después se compilaron en la antología Reunión de imágenes (1969). También escribió el ensayo Notas en torno a la poesía mexicana contemporánea (1959), además de hacer algunas traducciones del francés, como El spleen de París de Baudelaire.
Es importante contrastar la visión personal de Michelena sobre su poesía dentro de la tradición inscrita por mujeres en el ámbito hispanoamericano; nombres como Delmira Agustini o Juana de Ibarbourou le parecían lejanos e incompatibles con su proyecto estético y, por otro lado, encontraba más afinidad con poetas como Gabriela Mistral o Rosario Castellanos. Esto se puede observar en un artículo publicado por Michelena sobre Mistral:
Gabriela es ya poeta, como lo somos otras que, si no descendemos de la chilena por línea alguna, tenemos con ella en común, muy agudamente, el sentimiento del peso o de la ausencia de Dios. Con ella, aunque por nuestro propio lado, hemos liquidado esa durable poesía de las “hembritas emotivas”. (1989, p. 35)
La anterior cita, sin bien es dura, muestra la realidad sociocultural y literaria de la época: la aspiración de querer escribir una poesía opuesta a la que se consideraba “emotiva” o con temas “femeninos”, como forma de emanciparse de una escritura considerada propia de mujeres y, también, de probar otros caminos de experimentación lírica. Michelena, incluso, busca deslindarse de la categoría —ya peyorativa— de “poetisa”, en 1980 publica un artículo titulado “Temas del subdesarrollo: Las poetisas”, donde habla mordazmente de los aspectos que según ella conforman a esa figura, y su diferencia con las otras, “las poetas”.
Para Diana del Ángel Ramírez (2019), “esta apreciación pone de manifiesto que los años en que las autoras ejercieron el oficio de la escritura, el hecho de ser mujer implicaba una desventaja. Por ello, su labor fue a contracorriente del prejuicio negativo en torno a la ‘poesía femenina’” (p. 44). Por lo tanto, se explicaría que Michelena eligiera conformar su poesía a partir de temas como la soledad, la muerte, la filosofía, lo trascendental y místico; también para que fuera profundamente cuidadosa con la construcción del poema, haciendo énfasis en la forma y la musicalidad del mismo.
En el poema “Cuando yo digo amor”, perteneciente a su primer poemario Paraíso y nostalgia, se puede observar el tema de la soledad y el dolor, a partir de una voz lírica exenta de experiencias amorosas que involucren a otro, que se descubre a sí misma en su soledad. En el poema encontramos esta soledad representada en el sentido corporal y físico, por ejemplo, cuando dice: “Y sé que estoy en medio / de mis brazos vacíos”, o “sólo me afirmo / una presencia impar / como mi almohada”.
Es importante resaltar que el poema esta abordado desde una perspectiva existencial y no confesional, donde el amor permite hablar de la epifanía del yo lírico al descubrirse sola, y ser su propio amor y su olvido:
Cuando yo digo amor
advierto inútil
la palma de mi mano
—que es convexa—
e increíble
ese girar soltero
del pez en su pecera.
Por otro lado, en el poema “La tristeza terrestre” del poemario homónimo, se aprecia más el tema de la muerte ligada al plano metafísico, místico y religioso. Se parte de la idea de una muerte propia que se vive desde la despersonalización: “Qué difícil volver, con la memoria / de aquella viva muerte que se tuvo”, pues la voz lírica al volver a la vida, se encuentra triste y vacía. Después de haber vivido la muerte como un umbral de centellas, observa todo extraño y nimio, y ansía poder volver a la muerte:
Qué difícil volver, con la memoria
de aquella viva muerte que se tuvo.
Qué mirarse a sí mismo,
ya ser desconocido e increíble,
después de ver las fuentes y los prados
de la morada quieta y misteriosa.
Finalmente, aunque Margarita Michelena no perteneció a ningún grupo literario, sus contemporáneas fueron Emma Godoy, Griselda Álvarez, Enriqueta Ochoa, Rosario Castellanos y Pita Amor, además de los poetas pertenecientes a la generación del Medio Siglo. Rosario Castellanos en un artículo sobre Concha Urquiza, menciona a Michelena y a Ochoa como poetas con estilos diferentes pero que comparten la misma línea poética (2004, p. 74). La apreciación de Castellanos no puede pasar desapercibida pues es evidente el gran interés de Michelena por los temas religiosos y místicos. En el poema analizado anteriormente, así como el poema “A las puertas del Sión”, donde el yo lírico busca la redención y se presenta ante Dios; encontramos el tema de la búsqueda mística desde la soledad y la nostalgia, así como la renuncia:
No traje nada aquí ni dejo nada.
Tampoco sombra alguna ha descendido
de mis propias tinieblas y mis brazos.
Ninguna flor tomé sobre la tierra
para no encadenarme a su hermosura
ni por gracia mortal ser poseída.
Ni traigo ni el fantasma de un perfume
a tu jardín de límpidas esferas.
La soledad te traigo que me diste.
Los alcances de la obra de Margarita Michelena tuvieron buena recepción por parte de la crítica de la época y fueron incluidos en diversas antologías, como Antología de los cincuenta poetas contemporáneos, La poesía mexicana, Poesía mexicana 1950 1960, Antología mexicana de poesía religiosa y en la selección que publicaron Octavio Paz, José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, Poesía en movimiento. Es importante detenernos en esto, pues en las antologías mencionadas era abismal la diferencia de hombres y mujeres incluidos. Lamentablemente, con el paso del tiempo, la figura de Michelena fue olvidándose, en la actualidad sólo hay un libro dedicado únicamente a su obra, titulado La poesía de Margarita Michelena (1993). Si queremos encontrar más información y estudios sobre su poesía los horizontes se reducen y habrá que conformarse con menciones en artículos sobre otras poetas o estudios generales de la poesía mexicana del periodo. Es importante y necesario rescatar la obra de la poeta, pues tiene un valor inigualable dentro de la tradición de la poesía mexicana y mística.
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